La gastroenteritis consiste en la inflamación de la mucosa que cubre y protege las paredes del estómago y del intestino delgado y grueso.
A diferencia de una gastritis, esta inflamación resulta, por regla general, de un contagio por microorganismos infecciosos: parásitos, virus o bacterias.
¿Por qué tengo gastroenteritis?
La gastroenteritis es un proceso infeccioso que afecta a personas de todas las edades, expuestas a patógenos a los que su organismo no está acostumbrado.
Los virus son la causa más habitual de gastroenteritis y son cuatro los virus que pueden causarla: adenovirus, astrovirus, norovirus y rotavirus. De ellos, los más comunes son norovirus y rotavirus.
Las bacterias más comunes de la gastroenteritis son: capylobacter, clostridioides difficile, e.coli, estafilococos, salmonella y shigella. De ellas, las más comunes en nuestro entorno son la salmonella y el campylobacter, aunque aumentan los casos de contagio por shigella en nuestro país.
Los parásitos más frecuentes son la Giardia intestinalis y el Cryptosporidium parvum.
La gastroenteritis es muy contagiosa. Lo habitual es que el contagio se produzca al ingerir alimentos en mal estado, aguas mal cloradas, animales infectados, por contagio de persona a persona, o al tocar objetos o animales infectados y llevarnos las manos infectadas a la boca.
Las infecciones de persona a persona suelen darse por falta de higiene, sobre todo por no lavarnos las manos después de ir al baño, antes de las comidas o después de tocar objetos contaminados. La ingesta de bebidas o comidas contaminadas es otro factor habitual de contagio, sobre todo al viajar a países en vías de desarrollo, donde el agua no se trata adecuadamente. Otro motivo habitual es el contacto con perros y gatos con diarrea, o al tocar a algún animal portador de microorganismos infecciosos.
Gastroenteritis, síntomas
La gravedad de los síntomas de una gastroenteritis dependerá de la clase de microorganismo del que nos hayamos infectado, la cuantía de toxina presente en nuestro sistema digestivo y la capacidad de resistencia de nuestro sistema inmune.
Aunque no afecta a todas las personas por igual, generalmente los síntomas llegan repentinamente e implican:
- Diarrea líquida.
- Pérdida de apetito.
- Náuseas y vómitos.
- Retortijones.
- Malestar abdominal.
- Febrícula.
- Dolor de cabeza.
La gastroenteritis no está considerada una patología grave, pero, mal tratada, puede deshidratarnos de manera drástica y perjudicar seriamente nuestra salud, sobretodo en cuando nos enfrentamos a una gastroenteritis infantil.
Por regla general, la gastroenteritis aparece a partir del segundo día de haber contraído el patógeno y suele durar de tres a ocho días. Pero, según el agente infeccioso y la capacidad de recuperación de nuestro sistema inmune, la sintomatología puede durar hasta treinta días.
Cuando la diarrea no es acuosa y va acompañada de sangre, o los síntomas son intensos y duran más de 48 horas, es aconsejable hacer un examen de heces para descartar otras enfermedades.
Tratamiento para la gastroenteritis: ¿qué comer cuando tienes gastroenteritis?
El mejor tratamiento contra la gastroenteritis es hacer reposo y reponer líquidos. Con este objetivo, el agua con bicarbonato y sal o las soluciones de rehidratación oral, de venta libre en farmacias, son un buen remedio. No lo son las bebidas carbonatadas, el té, las bebidas para deportistas ni los zumos de frutas. La OMS recomienda el uso de limonada alcalina, que se consigue con agua, bicarbonato, sal, azúcar y zumo de limón.
En cuanto a la alimentación, lo más apropiado es seguir una dieta astringente con fibra soluble, para aumentar el bolo fecal y controlar la diarrea, así como evitar los productos lácteos. La fibra soluble la podemos adquirir ingiriendo alimentos como: avena, cebada, cítricos, manzanas, hortalizas (sobre todo zanahoria), brócoli o legumbres.
Los probióticos ayudan a mitigar la sintomatología de la gastroenteritis, equilibrando la flora intestinal y recortando la duración de los síntomas. Preguntemos al farmacéutico/a por aquellos probióticos de farmacia que ayudan a aliviar los síntomas.
Si queremos hacer uso de la fitoterapia, las plantas medicinales de venta libre en farmacias que pueden ayudarnos son: anís, canela, cúrcuma, jengibre, menta, manzanilla y salicaria.
Tanto el uso de probióticos como el de plantas medicinales debe consultarse con un profesional sanitario. Pregunta al farmacéutico/a qué producto es mejor para tu caso particular y cómo utilizarlo.